Este es mi segundo año como alfabetizador, de sentirme orgulloso y lleno de alegría que por ahí no tuvo la posibilidad de concurrir a un colegio, o de no poder terminar de cursar el mismo, ya se por cuestiones de dinero o trabajo.
Yo empecé a ir a
Cuando ese día llegue a casa, mi vieja me pregunto que tal me había ido, yo le conté casi con los ojos con lagrimas que ese día le había enseñado a una señora casi como mi abuela, a escribir su nombre y que me sentía muy llano dentro mió. Al pasar el tiempo fui aprendiendo mas de ellos, como ellos de nosotros, y fui cambiando de alumnos hasta que un día me toco un señor apodado “el rubio”; un señor de edad que nunca había ido al colegio.
Recuerdo que primero le fui a ayudar a una compañera para enseñarle, pasando las clases ya éramos tres y nuestro alumno no podía aprender “nada”, se olvidaba de todo. Un día fui y me le acerque al profe y le dije que me sentía mal porque no podía hacer que mi alumno aprendiera, el me dijo que no me sienta un fracasado, que este hombre ya no podía aprender mas de lo poco que sabe, era tarde para el!
Y así me fue cambiando mi vida, mi forma de ser y pensar, hasta mi rutina. Y me siento muy bien haciendo todo esto que es maravilloso, es una experiencia única.
Le agradezco a mis viejos la posibilidad de concurrir a un establecimiento educativo y también en darme la vida para poder disfrutar de todo esto que nunca en la vida voy a olvidar y siempre me voy a sentir orgulloso y feliz sabiendo que esa gente pudo aprender a leer y escribir su nombre. Pero me siento mas feliz aun porque el día de mañana les voy a contar a mis hijos y nietos lo que yo hacia, y estoy seguro que se van a sentir maravillados por la clase de personas que fuimos.
Espero que esto no se acabe nunca, y que los que nos siguen hagan mas fuerte este proyecto que tanto queremos y cuidamos…
Jorge Sialle – Ex Alumno
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